LECTURA EL BUSCADOR
Un
buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra. Tampoco
es alguien que, necesariamente sabe qué es lo que está buscando, es simplemente
alguien para quien su vida es una búsqueda.
En
los momentos que estamos viviendo con la crisis del corona virus, revisar las
prioridades en nuestra vida tiene mucho sentido. El cuento de abajo de Jorge Bucay sobre
el tiempo vivido nos puede ayudar a reflexionar sobre ello.
EL BUSCADOR
Esta
es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador.

Después
de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó, a lo lejos, Kammir.
Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó
mucho la atención.
Estaba
tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores
encantadores; la rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera
lustrada.
Una
portezuela de bronce lo invita a entrar. De pronto, sintió que olvidaba el
pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar.
El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras
blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.
Dejó
que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso
multicolor. Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió, sobre
una de las piedras, aquella inscripción…
Abdul
Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días se sobrecogió un poco al darse
cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida. Sintió
pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar.
Mirando
a su alrededor el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también
tenía una inscripción. Se acercó a leerla, decía: Yamir Kalib, vivió 5 años, 8
meses y 3 semanas.
El
buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un
cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una, empezó a leer las lápidas.
Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del
muerto.
Pero
lo que lo conectó con el espanto, fue comprobar que el que más tiempo había
vivido sobrepasaba apenas los 11 años… Embargado por un dolor terrible se sentó
y se puso a llorar.
El
cuidador del cementerio, pasaba por ahí y se acercó. Lo miró llorar por un rato
en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
– No, ningún familiar dijo el
buscador.
– ¿Qué pasa con este pueblo?
– ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad?
– ¿Porqué tantos niños muertos enterrados en este lugar?
– ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente?
– ¿Qué los ha obligado a construir un cementerio de chicos?
– ¿Qué pasa con este pueblo?
– ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad?
– ¿Porqué tantos niños muertos enterrados en este lugar?
– ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente?
– ¿Qué los ha obligado a construir un cementerio de chicos?
El anciano se sonrió y dijo:
– Puede Ud. serenarse.
– No hay tal maldición.
– Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre.
– Le contaré.
– Puede Ud. serenarse.
– No hay tal maldición.
– Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre.
– Le contaré.
Cuando un joven cumple quince
años sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del
cuello. Y es tradición entre nosotros que a partir de allí, cada vez que uno
disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda,
qué fue lo disfrutado y a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.
Conoció a su novia, y se
enamoró de ella.
¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?
¿una semana?, ¿dos?, ¿tres semanas y media?
¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?
¿una semana?, ¿dos?, ¿tres semanas y media?
Y después, la emoción del
primer beso, el placer maravilloso del primer beso
¿cuánto duró? ¿el minuto y medio del beso?, ¿dos días?, ¿una semana?
¿cuánto duró? ¿el minuto y medio del beso?, ¿dos días?, ¿una semana?
¿y el embarazo o el nacimiento
del primer hijo?
¿y el casamiento de los
amigos?
¿y el viaje más deseado?
¿y el encuentro con el hermano
que vuelve de un país lejano?
¿Cuánto tiempo duró el
disfrutar de estas situaciones?
¿horas?, ¿días?
¿horas?, ¿días?
Así
vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos cada momento.
Cuando
alguien se muere, es nuestra costumbre, abrir su libreta y sumar el tiempo de
lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba, porque ese es, para nosotros, el
único y verdadero tiempo vivido.
¿QUE OS HA PARECIDO? ¿ QUE OPINÁIS DE LA GESTIÓN PERSONAL DEL TIEMPO Y LA IMPORTANCIA DE VALORAR EL TIEMPO DISFRUTADO?
DEJADNOS VUESTRA OPINIÓN EN LOS COMENTARIOS Y ¡NO OS OLVIDÉIS DE FIRMARLO!
Jakeline,está muy bonita la historia y lo de apuntar el tiempo disfrutado me parece una gran idea
ResponderEliminarMe parece muy ingenioso ya que a decir verdad la vida son momentos y cuantos más momentos buenos tengas mejor. David R.
ResponderEliminarLa vida no son mas que sensaciones provenientes de todos los sentidos y como las encuentras y las vives, supongo que el buscador buscaba enccontrarse algo, y que con esas sensaciones se llenó de lo que andaba buscando,
ResponderEliminarpero la vida no es solo buscar, hay que encontrar al azar tambien.
Cada sensación que experimentes ya sea por la vista, el oido, el tacto, el gusto, el olfato, o los demas sentidos que apenas canalizamos, debería de recordarse una y otra vez para experimentar con esos sentidos y ampliarlos y promoverlos,
recordar lo que viste con la vista y que oiste en ese momento en el que viste, cual era el tacto en ese momento en el que viste, lo que gustases con el gusto en ese momento en el que viste, lo que oliste en ese momento en el que viste, y que sensaciones psiquicas tenías en ese momento en el que viste;
y así con los demás sentidos; recordar lo que oíste con el oído, lo que viste en ese momento en el que oíste, cual era el tacto en ese momento en el que oíste, lo que gustases con el gusto en ese momento en el que oíste, lo que oliste en ese momento en el que oíste, y que sensaciones psiquicas tenías en ese momento en el que oíste;
y así mismo con los otros sentidos...
recordar lo que sentiste con el tacto, lo que viste en ese momento en el que tocaste, lo que oíste en ese momento en el que tocaste, lo que gustases con el gusto en ese momento en el que tocaste, lo que oliste en ese momento en el que tocaste, y que sensaciones psiquicas tenías en ese momento en el que tocaste, recordando ese momento con la fecha, día, hora, y demás.
Recordar lo que degustaste con el gusto, lo que viste en ese momento en el que degustaste, lo que oíste en ese momento en el que degustaste, lo que tocaste en ese momento en el que degustaste, lo que oliste en ese momento en el que degustaste, y que sensaciones psiquicas tenías en ese momento en el que degustaste, recordando ese momento con la fecha, día, hora, y demás.
Recordar lo que oliste con el olfato, lo que viste en ese momento en el que oliste, lo que oíste en ese momento en el que oliste, lo que tocaste en ese momento en el que oliste, lo que degustabas en ese momento en el que oliste, y que sensaciones psiquicas tenías en ese momento en el que degustaste, recordando ese momento con la fecha, día, hora, y demás, y anotándolo para experimentar con ello cada noche.
Y luego aprender a jugar con lo escrito y profundizar en esos recuerdos, hasta saber distinguir todos tus recuerdos con avidez y con todos los sentidos, los que usamos, y los que no usamos.
Es una buena manera de acentuar todos los sentidos y poder tener más sensaciones y más acentuadas con el entrenamiento.
Parece sencillo pero no lo es, y requiere de estar presente en cada momento.
Yo a veces consigo pararme y dedicar un momento a acentuar todos los sentidos, que es una manera de ser más felíz recordando con cada sentidos que utilices los momentos en los que fuiste felíz, y funciona si quieres que funcione,
depende como todo de lo que busques en la vida.
Espero que no sea muy largo el escrito.
E. Ivan
Jakeline,no ke va Iván,el escrito es muy pequeño,no te preocupes, parece ke has escrito él testamento
ResponderEliminarCreo que Jorge Bucay, tiene buenos cuentos. Y algunos son mejores que este. Yo creo que la vida la forman tanto los momentos de gozo, como los momentos malos. Lo uno va unido con lo otro, y es indivisible. Puedes recordar sólo lo bueno, pero entonces será como si no hubieras vivido. Además, de lo malo, se aprende, incluso más que de lo bueno. Yo creo que es un sistema de autodefensa que tenemos.
ResponderEliminarJose Antonio Glez
Realmente creo que es una buena manera de entender la vida.
ResponderEliminarHay que tratar de vivir los momentos, y sobre todo los buenos, ya que con el paso de los años lo que de verdad hace que la vida valga la pena son los momentos en que de verdad fuimos felices. Los malos es mejor no recordarlos puesto que lo más seguro es que nos hagan daño.
Vamos que lo que de verdad merece la pena es disfrutar de la vida cuando esta nos trata bien y procurar pasar rápido los malos momentos y sobre todo intentar que nos afecten lo menos posible.
Hay que recrearse en lo bueno y olvidarse de lo malo lo más posible.
Emi
Me parece una lectura muy interesante hay que pensar siempre en positivo que lo negativo viene solo no entendí muy bien la historia jacobo
ResponderEliminarEn la vida se trata de recordar las cosas buenas que te pasan y tratar de no recrearse con las cosas malas, y si buscas algo que sea algo que te haga feliz, como dije, depende de lo que buscas para tu vida.
ResponderEliminarE. Ivan
Muy bueno el cuento de Bucay. Yo creo que la vida no hay que aferrarse a los buenos momentos ni a los malos.
ResponderEliminarYo creo que la vida es un aprendizaje, tanto de lo bueno coomo de lo malo. Haay que recrearse con lo bueno y
aprender de lo malo.
El anterior comentario lo hizo CAMI.
ResponderEliminarNo se que pasa que no me deja comentar
Esta bien la lectura
ResponderEliminarEl anterior comentario lo hizo CAMI
ResponderEliminaresta muy bien
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